Hermosillo, Sonora.— Un nuevo episodio se suma a los claroscuros que rodean la administración del alcalde reelecto Antonio Astiazarán en Hermosillo. La aparición de un vehículo oficial, propiedad del Ayuntamiento capitalino, circulando en Navojoa durante horas y días inhábiles, ha encendido las alarmas sobre el presunto uso indebido de recursos públicos y ha puesto nuevamente en el centro del debate la ética gubernamental de su gestión.
La imagen, que rápidamente se difundió en redes sociales, plantea una pregunta incómoda: ¿Qué hacía un recurso pagado con los impuestos de los hermosillenses, y destinado a su servicio, a 600 kilómetros de distancia en un día no laborable?
Este incidente, aunque parezca menor, se inserta perfectamente en el área de reflexión que ha marcado al gobierno de Astiazarán: la dicotomía entre el “marketing político” y la “gobernanza profunda”.
Por un lado, la administración capitalina es celebrada por sus proyectos de alta visibilidad, como la electromovilidad (patrullas eléctricas) y la innovación tecnológica, y es reconocida por reducir la percepción de inseguridad. Sin embargo, en el fondo, persisten críticas estructurales que contrastan con esta imagen de modernidad y eficiencia:
Prioridades en Entredicho: Se cuestiona si la inversión en proyectos “lucidores” no está absorbiendo recursos que deberían ir a problemas de raíz, como la infraestructura de agua y drenaje profunda o el transporte público eficiente para las zonas más vulnerables.
Obras y Oposición: A esto se suman señalamientos previos de “amiguismo” en decisiones judiciales, como ocurrió con el litigo por la remodelación del Bulevar Hidalgo, o las observaciones pendientes del ISAF a la Cuenta Pública, que el alcalde asegura son solventables.
La pregunta pendiente: ¿Transformación o ‘curitas’?
El uso de un vehículo oficial fuera de jurisdicción y horario, si se confirma como un acto de índole personal o ajeno a la función pública, no solo es una falta al reglamento, sino que corrobora la preocupación de que el buen desempeño mediático no siempre se traduce en una estricta rendición de cuentas.
La ciudadanía se pregunta: ¿Las “buenas acciones” de Astiazarán son transformaciones estructurales, o son simples “curitas bien puestas” sobre heridas profundas de la ciudad, mientras el descuido y el uso discrecional de recursos persisten en las sombras?
Solo una investigación transparente sobre el vehículo en Navojoa, sumada a la evaluación constante de los resultados a largo plazo de su gestión, permitirá determinar si en Hermosillo se está priorizando la gobernanza profunda o el mero lucimiento de su figura rumbo a futuras aspiraciones políticas.


