URUAPAN, MICH. — Las sospechas de una ejecución extrajudicial sacuden a Michoacán. El joven de apenas 17 años, presunto asesino del alcalde Carlos Manzo, fue abatido con un solo disparo momentos después de haber sido detenido, desatando una ola de indignación y cuestionamientos sobre quién se benefició de su muerte.
El gobernador Alfredo Ramírez Bedolla confirmó el hecho, aunque con una versión que levanta serias dudas: “Lo detienen y momentos después hay un forcejeo y un solo disparo que lo abate”, declaró. Sin embargo, para la sociedad uruapense y analistas, la narrativa del “forcejeo” huele a la necesidad de silenciar a un testigo clave.
La Pregunta que Retumba: ¿A quién le convenía que el muchacho muriera antes de que pudiera confesar o señalar a los verdaderos autores intelectuales del magnicidio?
Actualmente, 8 escoltas y 14 elementos de la Guardia Nacional están bajo investigación, reforzando la tesis de que la muerte del joven bajo custodia no fue accidental. La justicia para el alcalde Manzo, exige ahora la verdad completa sobre este presunto encubrimiento.