La promesa global de un futuro de energía limpia, la llamada “ilusión verde”, se enfrenta a una dura realidad en los tribunales de Alemania. En marzo de 2025, una demanda sacudió al sector: el caso legal contra Aurubis AG, la enorme refinadora alemana de cobre. La acción busca que la empresa europea asuma su responsabilidad por seguir haciendo negocios con Grupo México después del peor desastre ambiental en la historia de Sonora. Este desastre ocurrió el 6 de agosto de 2014, cuando 40,000 metros cúbicos de ácido sulfúrico se derramaron de la mina Buenavista del Cobre, en Cananea, envenenando los ríos Bacanuchi y Sonora.
El cobre es un metal clave para la revolución de las energías limpias. Su alta capacidad para conducir electricidad lo hace indispensable para plantas eólicas y solares, autos eléctricos y sistemas de almacenamiento de energía. La Agencia Internacional de Energía (AIE) estima que la demanda de este metal se disparará un 40% en las próximas dos décadas. México, siendo el décimo mayor productor de cobre del mundo, con 750 mil toneladas anuales, tiene un papel crucial en este mercado global.
Lamentablemente, el metal que promete un futuro sin contaminación ha dejado una pesada deuda socioambiental en el presente. El derrame de 2014, considerado por la SEMARNAT como el “peor desastre ecológico de la historia minera de México”, afectó directamente a más de 22,000 personas en ocho municipios de Sonora. Más de una década después, la contaminación por metales pesados como arsénico y manganeso sigue en el agua y la tierra, causando graves problemas de salud y una profunda incertidumbre entre las comunidades.
El juicio contra Aurubis no se queda solo en la negligencia de Grupo México, propiedad de Germán Larrea. La demanda va más allá, poniendo la lupa en cómo funciona el poder y la cooperación energética entre países. Aurubis, al ser compradora y refinadora del cobre mexicano, debe responder ahora bajo la Ley de Cadenas de Suministro alemana, una norma creada para que las empresas garanticen el respeto a los derechos humanos y al medio ambiente en sus operaciones internacionales.
Esta demanda, impulsada por activistas y comunidades del Río Sonora, busca demostrar que las consecuencias negativas del extractivismo no son accidentes menores. Son, de hecho, parte de un patrón de “colonialismo energético”. Este patrón se da cuando países ricos, como Alemania, impulsan su transición a energías limpias ignorando o minimizando el daño que la extracción de minerales causa en países proveedores, como México. En esencia, el cobre usado para construir paneles solares “limpios” en Europa proviene de un río contaminado y un delito impune en Latinoamérica.
A pesar de las múltiples denuncias de la sociedad civil y hasta de la propia SEMARNAT en 2023, la impunidad de Grupo México persiste. Las plantas de tratamiento prometidas no funcionan y la contaminación no se ha remediado. Por ello, la demanda contra Aurubis en Alemania se convierte en una vía de justicia transfronteriza.
Obligar a esta multinacional a rendir cuentas por las violaciones ambientales y de derechos humanos en su cadena de suministro sentará un precedente fundamental. El resultado del juicio de marzo de 2025 tiene el poder de reescribir las reglas del comercio global. Demostrará que la responsabilidad corporativa no termina en la frontera y que la verdadera energía limpia debe basarse en la justicia ambiental y el respeto a la gente.