3 mayo, 2024
Opinión

Los pueblos construirán el nuevo orden internacional

Pablo Moctezuma Barragán
El mundo se hunde en el caos y la violencia, todo parece estar fuera de control, esta es la consecuencia del orden mundial neoliberal que impusieron EU y sus aliados occidentales tras colapsar la URSS en 1991. Parece que las personas, los colectivos y las naciones ya no tienen control sobre sus vidas.
A nivel internacional suceden cosas nunca antes vistas. El pasado viernes 5 de abril, las autoridades de Ecuador rompieron las puertas de la Embajada de México en Quito e ingresaron a la fuerza. Incluso, agredieron y apuntaron con un arma al jefe de la Cancillería de Relaciones Exteriores, Roberto Canseco, quien se encontraba al frente del lugar en ese momento. Jorge Glas, ex vicepresidente de Ecuador y asilado político de México, fue capturado y llevado a una cárcel de alta seguridad. En respuesta, México rompió relaciones con Ecuador. La irrupción a la embajada es de suma gravedad y además divide a los países latinoamericanos, tal como conviene al imperio yanqui.
Días antes, también violando la inmunidad diplomática, el régimen de Israel lanzó el 1 de abril, un ataque en Damasco, la capital de Siria, destruyendo con misiles el edificio del consulado iraní, cerca de la embajada del país persa.
Por otro lado, el pasado 3 de noviembre de 2023 por trigésima primera vez, la Asamblea General de las Naciones Unidas votó por abrumadora mayoría en contra del bloqueo a Cuba, votaron a favor 187 naciones con solo dos votos en contra: Estados Unidos e Israel y una abstención, Ucrania. Sin embargo, el bloqueo sigue y se endurece.
El genocidio a los ojos del mundo perpetrado por Israel en complicidad con EU y occidente en general, en Palestina, en la Franja de Gaza, el 14 de abril, luego de 191 días de ataques 34,194 palestinos han sido asesinados y más de 76.000 heridos; en Cisjordania: 460 asesinados, y más de 4.750 heridos. En total 14,500 niños asesinados, 1.93 millón desplazados: 15% de ellos padecen capacidades diferentes. Han sido asesinados 458 miembros del personal de salud; 200 trabajadores humanitarios, 175 de ellos de la ONU de la Agencia de Obras Públicas y Socorro para los Refugiados de Palestina (UNRWA por sus siglas en inglés); 46 miembros del personal de Defensa Civil y Rescate; y 140 periodistas. 50 instalaciones de la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) destruidas. 10 de los 36 hospitales de la Franja están parcialmente operativos. 60% de las unidades de vivienda destruidas. 80% de la población en Gaza desplazada por la fuerza, 1,4 millones registrados en 155 instalaciones de la UNRWA. 1.5 millones desplazados en Rafah; 6 veces más sus habitantes originales. Esto 140 días después de la “tregua humanitaria”.
El delito de genocidio está tipificado desde 1948 por la Convención para la prevención y la sanción de este delito, pero el genocidio sigue. El 25 de marzo, el Consejo de Seguridad de la ONU votó el alto el fuego en Gaza, con 14 votos a favor y la abstención de Estados Unidos. Las resoluciones del Consejo de Seguridad son consideradas automáticamente derecho internacional y se consideran vinculantes para todos los Estados miembros de las Naciones Unidas, por lo que Israel ha entrado en desacato y desobedece la orden, sin consecuencia alguna y Gaza sigue siendo objeto de agresiones y muerte, a la gente no se le permite regresar a sus hogares, ni recibir ayuda humanitaria. Luego del decretado Alto al Fuego del CSONU han seguido muriendo cientos de palestinos, continúa la hambruna y falta de agua, el genocidio sigue.
La ONU tardó 5 meses en acordar un cese al fuego en Gaza, y ni siquiera acordó, como debía, un alto al fuego permanente, pero el genocidio sigue. Sudáfrica acudió a la Corte Internacional de Justicia en la Haya, pero ésta rechazó su solicitud de tomar medidas urgentes para proteger Rafah de la ofensiva israelí, además, las resoluciones de la Corte no son vinculantes y solo el Consejo de Seguridad puede hacer obligatorias las medidas.
Ante la flagrante agresión a Irán, las organizaciones internacionales, especialmente el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, no hizo nada para condenar la agresión israelí o castigar al régimen de acuerdo con el artículo 7 de la Carta de la ONU.
La represalia de Irán se produjo después de 10 días de silencio cómplice, además no causó víctimas civiles y fue anunciada con 72 horas de anticipación, a diferencia de Israel que atacó por sorpresa el consulado de Irán en Damasco, Siria, asesinando al general de brigada Mohammad Reza Zahedi, un alto comandante de la Fuerza Quds del CGRI (Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica), su adjunto, el general Mohammad Hadi Hayi Rahimi, y otros cinco oficiales miembros de la Guardia Revolucionaria.
El Consejo de Seguridad no actuó, a pesar de la franca violación del Derecho Internacional y de la Convención de Viena de 1961, que puso en peligro la paz y la seguridad internacionales, propiciando la posible regionalización del conflicto con consecuencias impredecibles para la paz mundial. Tampoco actuó contra el gobierno de Ecuador. El asalto a la Embajada de México en Ecuador y el bombardeo al consulado de Irán en Siria equivalen a la invasión de territorio del país atacado.
Pero cuando, en legítima defensa, Irán responde a Israel, entonces, inmediatamente el Consejo de Seguridad se reúne de emergencia para condenar el hecho. Cuando Ecuador viola el Derecho Internacional no hay reacción alguna del Consejo de Seguridad, y patéticamente el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Antonio Guterres, sin ir a fondo, se limitó a mostrarse “alarmado” por el asalto de las fuerzas de seguridad de Ecuador a la embajada de México y de ahí no pasó.
El presidente López Obrador denunció que “Hubo pronunciamientos muy ambiguos ante este agravio. En el caso de Estados Unidos y de Canadá, somos socios económicos y comerciales y fue muy indefinida su postura”, sostuvo el mandatario mexicano.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, no se ha pronunciado para condenar la irrupción violenta a la Embajada de México en Ecuador, tan solo se emitió un boletín del Departamento de Estado, no condenando la intromisión, el asalto, la invasión a la embajada, sino que el discurso se centró en hablar de “que se busque la reconciliación, resolver sus diferencias”, pero sin pronunciarse en contra de este acto violatorio del Derecho Internacional. Ante la crítica del presidente López Obrador, y de recibir videos de la intromisión en la Embajada, cinco días después de la agresión, la Casa Blanca subió el tono tachando de “equivocadas las posturas de Ecuador” en una rueda de prensa del asesor de Seguridad Nacional de EU, Jake Sullivan.
Justin Trudeau, Primer Ministro de Canadá tampoco se pronunció sobre la ocupación violenta de la Embajada de México en Ecuador. Llegó a decir que fue una “presunta violación al derecho internacional” o una “aparente” violación, minimizando esta grave violación a la soberanía en México. Luego de que López Obrador insistió en que Canadá rectificara su postura. Seis días después de la agresión, el gobierno de Canadá emitió una tímida declaración de su Ministerio de Asuntos Globales, en la que afirma que “condena todas las violaciones de la Convención de Viena y del derecho internacional y reafirma su profunda decepción por el hecho de que Ecuador lo haya hecho en este caso”. Añadiendo “Instamos a México y a Ecuador a entablar un diálogo para resolver sus diferencias”.
Estas posturas se deben a la cercanía que ambos gobiernos tienen con el gobierno del presidente de Ecuador, Daniel Noboa, quien nació en Miami, Florida, y mantiene estrecha relación con funcionarios estadounidenses como Laura Richardson, la generala que encabeza el Comando Sur y con diversas agencias estadounidenses. Del 29 de febrero al 6 de marzo visitó EU y Canadá, toda una semana para sostener “reuniones y agenda de carácter oficial”. En Toronto, Canadá, convocó a las corporaciones mineras canadienses para promover inversiones en su país, abriéndoles puertas y ventanas para el saqueo, mientras reprime y criminaliza a los campesinos que se oponen a la minería canadiense en Palo Quemado y Las Pampas en Ecuador.
Dada la agenda de Washington para América Latina y el Caribe, no se descarta que la acción de Noboa haya sido consultada con funcionarios estadounidenses, ya que abona al clima de división de la región latinoamericana. La intensa actividad de Richardson llama la atención. En Argentina ha logrado acordar con Javier Milei la instalación de una base militar en la Patagonia.
Desde hace años Estados Unidos y sus socios, han sustituido las Leyes del Derecho Internacional por lo que Washington llama “un orden basado en reglas” … en sus reglas, mientras solapan las acciones violatorias de las leyes internacionales. Desde hace años ha desaparecido su aplicación, a la fuerza del derecho se le impone el derecho de la fuerza, ya no hay negociaciones o salidas políticas, sino la destrucción de pueblos enteros y de la naturaleza. Propician situaciones de “ni guerra, ni paz” y lo que no pueden controlar, lo destruyen.
Hoy más que nunca es claro que las instituciones “democráticas” liberales ya no funcionan para mediar conflictos ni a nivel internacional, ni a nivel interno de los países, donde las facciones rivales se enfrentan cada vez más abiertamente.
En Estados Unidos, también en Canadá y Gran Bretaña, cada vez más el poder se concentra en la Oficina del Presidente y en la cúpula de organizaciones como la OTAN, la Unión Europea (UE) y otras. Ellos deciden a costa de los intereses de sus pueblos y se apoyan en los medios masivos de desinformación y plataformas digitales, para meter miedo y manejar las emociones para que la población acepte todo hecho arbitrario que cometan. El sistema político actual permite que sectores de las poblaciones con miedo y furia opten por candidatos de ultraderecha como Javier Milei.
Ante estos panoramas, las campañas de desinformación, que no sólo radican en decir mentiras, sino en manejar los temas fuera de contexto, lo que buscan es llenarnos de alarma, miedo e impresiones subjetivas de que no hay nada que hacer: “va a estallar la tercera guerra mundial”, “el planeta está a punto de su extinción”, “nos vamos a quedar sin agua”, “estamos ante lo impensable”.
Eso nos quieren hacer sentir y pensar, quieren que de modo subjetivo nos veamos en un callejón sin salida para paralizarnos. Cuando en realidad, ante el fracaso de las instituciones y de la clase política, lo que se necesita es reflexionar, organizarnos y actuar para resolver los problemas. Todos tienen solución. Es necesario forjar una conciencia colectiva que busque enfrentar y solucionar los problemas del pueblo y detener los planes de las élites gobernantes que nos llevan al desastre.
Estamos en un momento de transición en el que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer.
El pueblo tiene su propia agenda, además tiene la fuerza si se organiza para tomar sus propias decisiones, si se une por encima de contradicciones secundarias y entierra lo viejo para dar pie a una renovación democrática, para que triunfen los intereses generales de la sociedad, armonizados con los derechos colectivos, individuales y con los de la madre naturaleza.
La humanidad enfrenta serios peligros y sólo con la participación de los pueblos del mundo pueden transformar las situaciones a su favor, estableciendo gobiernos anti-guerra y logrando una renovación democrática que rompa con el control de las cúpulas imperialistas.
La lucha de los pueblos por la paz, la justicia y la democracia escala en todos los continentes y también en EU y Canadá, tiene la creciente capacidad de dar un giro a la política belicista. Recordemos que la lucha por la paz de Lenin y el Partido Bolchevique fue factor fundamental para terminar la Primera Guerra Mundial, así como la unidad de los pueblos contra el fascismo logró que triunfara la paz luego de la Segunda Guerra Mundial. En esta coyuntura la tarea de los pueblos es evitar la guerra.
Objetivamente los pueblos tienen la capacidad sortear las contradicciones, emprender acciones con análisis para cambiar la situación, impulsar y hacer triunfar su agenda de paz, la unión y organización llevan a ello. Hay que activar el factor humano y la conciencia social a través de la reflexión, que es más necesario que nunca. No es momento de parálisis y desesperanza, sino de acción. Hoy es momento de que los pueblos luchen porque lo nuevo prevalezca y dejar atrás al viejo mundo. Es momento de construir un nuevo orden internacional basado en la soberanía de los pueblos, la paz y la solidaridad humana.

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