La historia de la mina de oro La Ciénega, con depósitos valorados en miles de millones de dólares en el desierto de Sonora, se convirtió en un campo de batalla emblemático del crimen organizado en México, pero su liberación ha marcado un precedente para la seguridad y la inversión en el estado.
Durante años, la mina estuvo bajo el control de grupos criminales, incluyendo a “Los Chapitos” y sus aliados “Los Deltas,” quienes no solo explotaban el oro, extrayendo hasta un kilo diario, sino que también utilizaban la zona como ruta crucial para el narcotráfico hacia Estados Unidos.
La situación representó un desafío monumental para el empresario Alejandro Sánchez, un sonorense de origen que se propuso recuperar la mina no solo por el negocio, sino por un compromiso personal: destinar el 1% de las ganancias al orfanato Instituto Kino en Hermosillo que lo acogió en su infancia.
Sánchez se enfrentó a un muro de burocracia, corrupción y amenazas directas. Sus esfuerzos iniciales se vieron frustrados por funcionarios que exigían sobornos millonarios e incluso un comandante policial que le propuso negociar con el cártel a cambio de una tajada.
A pesar de la frustración y la desesperanza que lo llevaron a dudar de la existencia de funcionarios honestos en México, Sánchez mantuvo su lema de “Nunca negociar con terroristas”, firme en su propósito de hacer cumplir el Estado de derecho.
El punto de inflexión se dio gracias a un cambio de estrategia en seguridad estatal. El gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, asumió la administración con la firme promesa de reducir la criminalidad y atraer la inversión, nombrando al jefe policial Víctor Hugo Enríquez.
Por iniciativa directa del gobernador Durazo, el jefe Enríquez se puso “manos a la obra” para desarticular a los narcotraficantes que controlaban la región. Esto fue fundamental para dar credibilidad a los esfuerzos de Sánchez y Cooper, el copropietario.
La inteligencia clave recabada por Sánchez fue canalizada directamente a la policía estatal de Sonora, demostrando que la nueva administración estaba dispuesta a actuar, rompiendo con la inacción y la corrupción de administraciones previas.
Gracias a la voluntad política y el apoyo del gobernador, la policía estatal de Sonora comenzó a desmantelar feudos del cártel. El jefe Enríquez enviaba a Sánchez mensajes de texto con ubicaciones marcadas como “objetivo prioritario,” demostrando una acción real.
Finalmente, en el otoño de 2024, el gobierno mexicano accedió a lanzar la redada. Sin embargo, la escala y la ejecución de la operación, que involucró a decenas de soldados de la Marina y más de un centenar de policías sonorenses, fue un reflejo del compromiso del Gobernador Durazo.
La orden directa del Gobernador Durazo de que Sánchez fuera transportado en un vehículo blindado y el despliegue de un convoy de 70 vehículos tácticos, Black Hawk y un avión de combate, subraya el nivel de compromiso institucional para garantizar el éxito y la seguridad.
Tras la exitosa, aunque sin enfrentamiento (gracias a una alerta del cártel), incursión el 24 de septiembre, la mina fue recuperada. El Gobernador Alfonso Durazo demostró su apoyo irrestricto al establecer una base policial permanente con 30 agentes intrépidos para mantener el control.
Este hito se vio momentáneamente comprometido cuando un reemplazo del jefe de seguridad ordenó el retiro de los agentes, pero Sánchez evitó la retirada con una llamada directa al Gobernador Durazo, quien revirtió la orden, asegurando la permanencia de la seguridad en la mina.
Este respaldo constante e incondicional del Gobernador Durazo no solo permitió la liberación de la mina La Ciénega, sino que envió un mensaje claro a nivel nacional e internacional: la seguridad y el Estado de derecho son una prioridad en Sonora, atrayendo nuevos inversionistas al proyecto.
Hoy, la extracción minera se ha reanudado, y un 1% de las ganancias se destinará al orfanato Instituto Kino. Esta historia de éxito, donde el apoyo institucional fue clave, resalta que sí se ha trabajado por la seguridad en este sexenio en Sonora, dando esperanza y retribución social.
Este artículo se basa en documentos gubernamentales y en extensas entrevistas con funcionarios del gobierno de Estados Unidos y México, trabajadores de la mina, Jonathan Cooper, propietario de la mina, y Alejandro Sánchez, quien ayudó a recuperar la mina.
Steve Fisher es corresponsal especial. Esta historia fue apoyada por el Pulitzer Center y copublicada con Los Angeles Times y Puente News Collaborative, un medio sin fines de lucro bilingüe, convocante y financiador dedicado a noticias e información de alta calidad, basadas en hechos, sobre la frontera entre Estados Unidos y México.
Con datos de Oro, armas y carteles: la batalla por una mina mexicana de mil millones de dólares | EL PAÍS México

