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El tren de Nogales partió a la colonia “El Embarcadero”; vecinos rechazan reubicación

Familias enteras abandonan “El Embarcadero” y pasan a vivir en colonias con un mejor nivel de vida

Nogales, Sonora.- La intención de sacar las vías del tren de la ciudad de Nogales ha traído la felicidad a varios vecinos de las colonias más afectadas por las obras del desvío. Por ejemplo, vivir en El Embarcadero es un serio problema para algunos de sus habitantes, pues la proliferación de comerciantes de drogas se suma al peligro de vivir en una cañada de difícil acceso por el mismo paso del tren.

En una frontera con 275,000 habitantes, El Embarcadero es una de las 3 colonias más peligrosas de Nogales, al lado de la colonia Héroes y Buenos Aires, con las que hace un triángulo de violencia y criminalidad histórica, arraigada por generaciones. Son de las colonias más antiguas de la ciudad y cercanas a la Línea Internacional.

Ante la negativa estadounidense de mover las vías del tren hacia otro sector de la frontera, el gobierno de México -luego de años de promesas- decidió iniciar los trabajos para cambiar el curso de las vías, lo que sacará el peligro de la ciudad, pues el Tren Sonora parte la ciudad a la mitad por horas, lo que queda a los habitantes es arriesgarse a pasar entre sus carros y muchas personas han perdido sus extremidades, incluso, han fallecido.

Sin embargo, las vías pasarán por un túnel de unos 600 metros de largo, cuya construcción sí afectó sobre todo a un sector de esta colonia El Embarcadero… El tren pasará justo por debajo de esta colonia y saldrá a la luz en este mismo barrio, antes de cruzar a Estados Unidos por Nogales, Arizona.

Las obras, a cargo del Ejército mexicano, ocasionaron la reubicación de un número indeterminado de vecinos, pero se estima que fueron 35 familias a quienes ya se les compraron sus casas.

“Háganlo por sus hijos”

Una de las personas que tuvieron que dejar su casa fue la señora Guadalupe Álvarez Hernández, quien dejó una casa donde vivió durante más de 30 años en “El Embarcadero”. Sus abuelos llegaron a ser los primeros pobladores de Nogales, a principios del siglo pasado.

“Yo les pido que se salgan de esa colonia, que acepten esos pagos, que son muy buenos, que lo hagan por sus hijos”, dijo la Señora Álvarez, quien se fue a vivir a una colonia con mejores servicios y sin problemas de vandalismo.

Aunque no lo mencionó, se calcula que cada vecino recibió más de un millón de pesos para comprar una nueva casa y además ahorrar una parte.

El cambio en su vida es radical. Dejó una colonia sin servicios, violenta, y ahora vive en una colonia céntrica, donde no fallan los servicios, pasa el microbús y puede salir a cualquier hora, sin pendiente del vandalismo. 

Lo mismo ocurre con Ignacio Herrera Bustamante y con Alejandro Domínguez Laguna, quienes son más jóvenes y tuvieron que salir del barrio con sus familias.

“Vivíamos tres familias en una especie de vecindad, en El Embarcadero, cuando nos sorprendió todo este tema del ferrocarril”, narra Ignacio Herrera Bustamante.

Y aunque no habla de cantidades, informa que hicieron un negocio redondo, ya que los recursos para comprar las viviendas los invirtieron en unos departamentos que ya eran de la familia.

La historia del barrio, según narran, era de violencia, de tiradores, de asesinatos y rodeada de las colonias más violentas de Nogales, como la Buenos Aires y la Héroes, cunas de grandes narcotraficantes y pandilleros de Nogales.

Alejandro Domínguez Laguna comenta que el problema del tren fue para ellos una bendición, ya que pudieron salir de un barrio problemático.

Las escuelas de la zona han tenido problemas esporádicos de venta de drogas y pandillerismo, lo cual obliga a las autoridades educativas a realizar sus mejores esfuerzos.

De la misma manera otras familias beneficiadas se diseminaron en otras colonias de la ciudad, donde el mismo Ejército Mexicano les ayudó a comprar sus viviendas, a transportar sus muebles y a arreglar cualquier documento legal que hiciera falta.

“Nos trataron muy bien, y siempre tuvimos las mejores atenciones. Los pagos los hicieron en una sola exhibición… Ahora nuestro barrio ya no existe, pero todos vivimos mejor”, comenta Doña Guadalupe Álvarez Hernández.

Tomado de La Silla Rota

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