23 noviembre, 2024
Opinión

Despavimentar, otra idea contra el cambio climático

La práctica de retirar concreto para dejar respirar a la tierra y a sus habitantes, cobra cada vez más auge gracias a movimientos como Depave, que organizan a las comunidades para tener un acceso más equitativo a la naturaleza

A lo largo del siglo 20, el pavimento se convirtió en uno de los mayores símbolos del progreso de las sociedades modernas. Un invento que favorecía la circulación más cómoda y eficaz de personas y vehículos, con todo lo que eso significaba para el desarrollo comercial y económico de cada región.

Sin embargo, hoy sabemos que el exceso de superficies pavimentadas también perjudica al medio ambiente y a la salud, no sólo por las inundaciones que ocasiona la impermeabilidad de estos materiales, sino porque las ciudades que tienen demasiado pavimento ven crecer considerablemente sus temperaturas gracias al llamado “efecto isla de calor”.

Las superficies pavimentadas también han sido identificadas por los especialistas como una de las principales fuentes de contaminación de las aguas pluviales, ya que transportan sustancias tóxicas a los cuerpos de agua cercanos y afectan la calidad del agua y de los ecosistemas.

Por ello, en 2008 nació en la ciudad de Portland, Oregon, un movimiento llamado Depave (Despavimentar), centrado precisamente en la idea de reemplazar la mayor cantidad posible de asfalto con tierra y plantas, para así contrarrestar las inundaciones, hidratar el suelo, alimentar los mantos acuíferos y disminuir el calor.

Desde entonces los activistas de Depave han completado 75 proyectos entre escuelas, iglesias y otros espacios públicos, con un ejemplo que poco a poco fue contagiando a otras urbes estadounidenses como San Francisco, con el proyecto “Green Connections”, y Chicago, que además de tener su propia iniciativa Depave Chicago, invirtió varios millones de dólares en transformar su avenida principal en un corredor verde.

En ese mismo país, Washington es uno de los estados que van más avanzados en el tema, gracias a iniciativas como “Street Edge Alternatives”, en Seattle, y a Pierce Conservation District, que apoya soluciones impulsadas por la comunidad a los desafíos ambientales locales más apremiantes.

“Lo que hasta hace poco hubiera parecido una idea extravagante, adquiere cada vez más adeptos que, armados con picos y palas, se lanzan a desmantelar el asfalto que genera más perjuicios que beneficios”

Por ejemplo, su iniciativa “Depave Puget Sound” tiene la misión de transformar vecindarios y al mismo tiempo afrontar el escurrimiento de aguas pluviales contaminadas.

“Ya sea que estés quitando pavimento afuera de tu casa o en un espacio comunitario, tú también puedes transformar esas superficies duras del pavimento en espacios verdes con hermosos jardines donde el agua de lluvia pueda penetrar el suelo en lugar de llevar contaminación a la zona”, dicen desde su sitio web.

Por supuesto, esta no es una idea completamente nueva, ya que desde la década de los ochenta activistas como Richard Register llevaron a cabo iniciativas similares en ciudades como Berkeley, en California, aunque en ese momento se enfocaban únicamente en convertir los espacios de estacionamientos abandonados en parques urbanos.

También Canadá ha emprendido acciones similares, no sólo con la iniciativa Depave Paradise, sino con otras como la de Green Venture, que ha incluido la despavimentación entre sus acciones contra el cambio climático.

En esa misma nación existe Depave Neo, que se dedica a restaurar y proteger la calidad ambiental del río Cuyahoga, cerca de la costa del lago Erie, quienes además destacan que el problema de la permeabilidad no es un fenómeno exclusivo de las grandes ciudades.

“Esta situación también se extiende por terrenos suburbanos y exurbanos. Las oportunidades para reducir las áreas pavimentadas abundan donde quiera que las empresas tengan más estacionamiento del que necesitan, o donde los lotes abandonados en vecindarios urbanos se han desintegrado en partículas de asfalto que llegan a los desagües pluviales, (porque esto) degrada la calidad del agua y reduce las posibilidades de que prospere la vida acuática”, señalan.

“Al eliminar el pavimento y reemplazarlo con espacios verdes, estamos aumentando la tasa de infiltración del agua de lluvia, enfriando nuestros vecindarios, manteniendo nuestra agua limpia, filtrando escurrimientos contaminados, aumentando el hábitat natural para pájaros, abejas y mariposas, y brindándonos a nosotros y a nuestros hijos mayores conexiones con el mundo natural”, asegura esta ong que cuenta con más de mil voluntarios, quienes han ayudado a despavimentar más de mil 500 metros cuadrados de superficies y transformado 15 zonas en áreas verdes.

También lo hacen en Europa

Del otro lado del Atlántico, varias ciudades se han contagiado de este furor, principalmente Londres, con su propia iniciativa Depave UK y con proyectos como Urban Greening Factor; Barcelona, con el plan superilles (supermanzanas); París, con la iniciativa “Paris respire” y Bélgica, donde han florecido proyectos similares y surgido activistas como el mexico-americano Super Désasphaltico, un activista que desde Bruselas se dedicaba a liberar el suelo de las capas de asfalto para permitir que se reanudará el ciclo natural del agua.

Aunque quizá una de las iniciativas más llamativas fue la que emprendieron en 2021 Ámsterdam y Rotterdam, llamada precisamente “El reto Ámsterdam-Rotterdam”, la cual consistió en una competencia entre ambas urbes para ver cuál de las dos lograba desmantelar más asfalto de sus vías públicas para sustituirlo por zonas ajardinadas.

“Depave ha levantado 33 mil metros cuadrados de pavimento y ayudado a que millones de litros de agua de lluvia sean absorbidos por la vegetación, en lugar de irse al drenaje”.

Así, lo que hasta hace poco hubiera parecido una idea extravagante, adquiere cada vez más adeptos que a su vez invitan a sus vecinos para que, armados con picos y palas, desmantelen todo el pavimento que genera más perjuicios que beneficios a cada comunidad.

“Hasta la fecha hemos levantado unos 33 mil metros cuadrados de pavimento y ayudado a que unos 83 millones de litros de agua de lluvia hayan sido absorbidos por la nueva vegetación, al no entrar en el sistema de drenaje de la ciudad”, dicen desde Depave.

Al mismo tiempo, aclaran que esta iniciativa es parte de un movimiento de urbanismo táctico más amplio, creado para crear ciudades más compactas, accesibles, equitativas y saludables.

“La eliminación del pavimento es una herramienta esencial para modernizar nuestras ciudades, combinar infraestructuras verdes y grises de manera creativa para mitigar el escurrimiento de sustancias tóxicas y el calor urbano, y remediar el acceso desigual a la naturaleza”, subrayan.

Tomado de El Sol de Hermosillo

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