Esta tarde, las redes sociales estallaron en indignación luego de que se difundieran impactantes videos donde colaboradores de la Patrulla Espiritual, liderada por el Chiquilín, agreden violentamente a una persona en situación de calle. La comunidad, que en un inicio abrazó esta iniciativa como una luz de esperanza para quienes luchan contra las adicciones, ha manifestado un profundo repudio ante estos actos que claramente violentan los derechos humanos.
Aunque muchos apoyaban la labor de ayudar a personas en situación vulnerable, nadie puede justificar el uso de la violencia o el abuso de poder. Estos videos han puesto en evidencia el descontrol en las filas de esta iniciativa, donde, al parecer, los colaboradores actúan sin supervisión adecuada y fuera de los valores de respeto y fe que originalmente promovía el Chiquilín.
En un principio, el propio Chiquilín lideraba cada acción al frente, ganándose la confianza de la comunidad. Sin embargo, el crecimiento de su equipo parece haber traído consigo una falta de control, dando paso a conductas prepotentes y alejadas de la misión inicial. Hoy, la Patrulla Espiritual enfrenta un giro de 180 grados en su percepción pública, convirtiéndose en blanco de críticas y rechazo.
Esta situación pone en tela de juicio la credibilidad del proyecto y la necesidad de replantear sus bases para evitar que actos como este sigan ocurriendo. La sociedad pide justicia y un alto a la violencia disfrazada de ayuda.