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‘Con sangre fría e inteligencia’: México insinúa cómo respondería a aranceles de EE. UU.

Las declaraciones del secretario de Economía mexicano, Marcelo Ebrard, indican que una guerra arancelaria no está fuera de discusión.


Por Simon Romero y Emiliano Rodríguez Mega

El gobierno de México indicó el lunes que planeaba contraatacar con sus propias restricciones comerciales si el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, cumplía sus amenazas de imponer aranceles altísimos a las exportaciones mexicanas a su país.

“Si tú me aplicas a mí el 25 por ciento de aranceles, yo tengo que reaccionar con aranceles”, dijo Marcelo Ebrard, secretario de Economía de México, una entrevista de radio el lunes. “Estructuralmente tenemos condiciones para jugar a favor de México”.

La revelación de Ebrard, quien está listo para ser uno de los principales negociadores de México con el gobierno de Trump, subraya las tensiones cada vez mayores entre los países tras las elecciones presidenciales estadounidenses.

Durante su campaña, Trump prometió imponer inmediatamente aranceles del 25 por ciento a todos los productos procedentes de México a menos que el gobierno de ese país detuviera el flujo de migrantes y drogas hacia Estados Unidos. Si México no responde a satisfacción de Trump, dijo, podría elevar dichos aranceles hasta el 100 por ciento.

Medidas así podrían afectar la economía de México, que es excepcionalmente dependiente del comercio con Estados Unidos al exportar alrededor del 80 por ciento de sus mercancías al vecino del norte.

Pero una serie de sectores en Estados Unidos, entre ellos el de los agricultores y los fabricantes de semiconductores y productos químicos, también dependen de la exportación a México, que el año pasado eclipsó a China para convertirse en el mayor socio comercial de Estados Unidos. Las complejas cadenas de suministro también entrelazan las economías de ambos países, especialmente en los sectores automotriz y agrícola.

En total, las exportaciones estadounidenses a México representaron casi el 16 por ciento de las exportaciones estadounidenses totales en 2022, según la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos.

Una guerra de aranceles “no termina bien”, dijo en una mezcla de inglés y español Valeria Moy, directora general del Instituto Mexicano para la Competitividad, un centro de investigación económica. “Estados Unidos tiene qué perder y México tiene más que perder”.

“La respuesta a aranceles no es más aranceles, es sentarte a negociar”, añadió Moy.

Esa parece ser la estrategia de la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, quien no ha replicado las afirmaciones de su secretario. En cambio, ha dicho que su gobierno está ansioso por reunirse con el equipo de transición de Trump antes de que tome posesión.

“Es importante entrar en contacto, saber qué es lo que están pensando y, en la medida de lo posible, avanzar en una coordinación”, dijo el lunes a los periodistas. Sheinbaum y Trump tuvieron su primera llamada telefónica la semana pasada, que la presidenta de México describió como “muy cordial”.

Las tensiones renovadas se remontan al inicio del primer mandato de Trump, que comenzó a imponer aranceles a las importaciones de Canadá, China, México y la Unión Europea. En 2018, poco después de que Trump impusiera aranceles del 25 por ciento al acero y del 10 por ciento al aluminio, varios países gravaron varios otros productos procedentes de Estados Unidos. México estuvo entre ellos.

Enrique Peña Nieto, por entonces presidente de México, lanzó una represalia en dos frentes. Impuso aranceles del 25 por ciento a las importaciones de 51 productos de acero procedentes de Estados Unidos. También impuso aranceles a otros productos importados: whisky, cerdo, queso, manzanas, arándanos, papas y jamón.

Según un informe del Departamento de Agricultura de EE.UU., las exportaciones agrícolas estadounidenses a México sufrieron afectaciones por valor de 2600 millones de dólares.

Cuando el sucesor de Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador, asumió el cargo en 2018, Trump volvió a decir que aplicaría aranceles cada vez mayores a todas las importaciones mexicanas hasta que se detuviera el flujo de “migrantes ilegales que llegan a través de México y a nuestro país”.

Si bien López Obrador prometió un enfoque humanitario para la política migratoria del país, que cumplió durante sus primeros meses en el cargo, México finalmente comenzó a militarizar su aplicación de la ley de migración en medio de la presión de Estados Unidos, y a costa de los derechos de los migrantes, según defensores y organizaciones de derechos.

Esas medidas de México aliviaron las tensiones con Trump, quien dio marcha atrás en 2019 en sus planes de imponer aranceles a todos los productos procedentes de México. López Obrador y Trump tuvieron una relación fluida durante el resto del primer mandato de Trump, ya que México aumentó la aplicación de las restricciones migratorias estadounidenses y Estados Unidos se abstuvo en gran medida de interferir en los asuntos internos de México.

Cuando los periodistas preguntaron a Ebrard, el secretario de Economía, la semana pasada sobre cómo debería responder el gobierno a las amenazas de Trump, señaló su propia experiencia en ese momento y dijo: “Con sangre fría e inteligencia”.

https://www.nytimes.com/es/2024/11/12/espanol/america-latina/mexico-trump-aranceles-estados-unidos.html

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